La psicomotricidad es una disciplina que trabaja con el movimiento espontáneo de la persona, integrando el cuerpo, las emociones, las sensaciones y la cognición a través del juego. Cuando los niños no han accedido al mundo simbólico y/o al lenguaje, la psicomotricidad pone en juego no sólo la psique sino también su cuerpo, principal medio de relación con su entorno.

La psicomotricidad es particularmente útil para acompañar a aquellos niños que no han logrado construir un continente psíquico para su propio malestar, por lo cual las emociones los desbordan o los bloquean en exceso. Asimismo, la psicomotricidad también se hace necesaria cuando el niño tiene una relación difícil con su cuerpo, sea por problemas de salud o de desarrollo (intervenciones quirúrgicas en edades tempranas, enfermedades, alteraciones psicomotrices, etc) que le generan malestar o sufrimiento.

Así, la relación corporal en la psicomotricidad permite retomar y restaurar los vínculos primarios y los aspectos pre-verbales de la relación, acompañando progresivamente al niño hacia una mayor organización psíquica y corporal.

Desde el momento en que un niño/a ha adquirido el lenguaje y ha accedido al mundo simbólico, poco a poco la necesidad de la relación corporal primaria va quedando en un segundo plano y se vuelve menos necesaria, ya que el niño utiliza representaciones mentales para entender el mundo que le rodea y las relaciones.

Cuando hay malestar o sufrimiento, la psicoterapia infantil ofrece a través del juego y de la palabra un espacio libre en que el niño pueda expresar lo que es importante para él. El psicoterapeuta acompaña en un proceso de organización psíquica y emocional, para que el niño y su familia puedan entender mejor qué sucede entre ellos y aprender juntos a caminar en una dirección más armónica.

Donald Winnicott decía que dentro de cada niño existe una historia que necesita ser contada. A través de la escucha especializada, el psicoterapeuta acompaña al niño en la articulación de su historia para que éste logre darle un sentido. Según Cyrulnik (2001), ésta sea probablemente  la pieza más importante para desarrollar la resiliencia.